sábado, 13 de octubre de 2012

mango ciruelo


Hombres renegaron por mucho

la indiferencia de insectos y ardillas

me había develado los fundamentos de mi currículo

No sé si vengo para ciegas bocas

o si me aguardan lejanos seres

está claro que mi dulce acidez ha cubierto un corazón

que condenado por sus aristas debe olvidar el apego

He oído de frutos que matan, de homicidas peces

de insectos prontuariados, reptiles de averno

pero a mí,  me han dicho judas, se me escupe

dar el alma y entregar dolor, ¿dejarte besar para ser cicuta?

Ramas suspiran extrañando los cuervos

no hay mosca amiga que su intuición burle

y hasta las hojas que rosaba, apuran el suicidio en verano

qué fuerza punitiva insaciable habriame dado morbosa geometría

de perder entre tersa piel y devota pulpa un meollo de astillas

mutante pepa que me recita cual duda suicida

 y acaso el pez

acaso la rosa, acaso los cactus, acaso aquel cristo

acaso los hombres, acaso los ojos

pero mi raíz se aferra y terca nutre

con venganza mis ganglios

y aunque los silencios entre latidos de mi arácnido hueso

resuelven de bondad mi existencia en morse

me ultraja la realidad de un sol esclavo que respira

 bostezando esa luz que destruye mi ilusión

para ordenarme ser madurado odio

y aunque eso, también vida.

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