Es un taxi, cualquiera, me espera
Su mirada acostumbrada a olvidar me permite subir
sin prisa
Él conduce, yo observo otros taxis, los hombres
¿el calor está fuerte no? No sé si me dice, o lo
pienso
Tantos taxis y se detuvo este. Pienso.
Nos juntó el azar, la vida, ¿importa saber tu nombre o que no haya tráfico?, saber de tus hijos, la deuda
que te sentó aquí, la enfermedad que se te lleva la mamita, los cuernos que te pusieron, tu problema con el alcohol y lo que quisiste ser de niño
cuando mirabas el cine del oeste, ¿me importa ello o llegar al color ideal del semáforo?
Hay un libreto en nuestras venas,
si nos filmaran sin saber, retratando una escena trivial de taxi, nos darían el
Óscar al mejor chofer y pasajero de reparto.
Siento tu taxi, me
abraza, me embuto en tu taxi, le doy mi cuerpo, y tú me
llevarás donde te pida, donde te pida me dejarás y me pedirás pagarte por eso,
y lo haré, pagarte por esto, y oliendo el mismo aire, los
mismos horizontes por casi media hora, entreverando las miradas con el retrovisor y escuchando nuestro tono de voz perfilado por las calles, oigo,
tú podrías ser yo, podrías ser yo, podrías ser yo…
al bajar te irás, con tu risa, tus ojos, con tu humanidad que es mía y ni tu nombre sabré, ¿por qué me llevaste?, si acaso lo quise yo, o
tú.
Te he visto, una vez y jamás
del mundo.
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